martes, 9 de febrero de 2010

Invictus


Cuando el Pan de Azucar fue elegida como una de las 7 nuevas maravillas del mundo moderno, muchos se preguntaron la razon de su eleccion. Yo sin ser cristiano ni practicante de ninguna religion comprendi que mas de la complejo de su construccion o su ubicacion, primaba el hecho de simbolizar la fe de millones de personas en ese monumento de Cristo.

Pues es la misma sensacion que deja esta pelicula. Lenta en su desarrollo pero que refleja la fe de todo una nacion unida por el deporte.

Es Sudafrica a mediados de los 90, el apartheid aun tiene presencia. Las esperanzas de un pais decaen junto con las derrotas de su equipo de Rugby. Nelson Mandela ve en este deporte la clave de la union que separan las bechas raciales y de igual manera asentua sus intereses politicos internos. Mientras la pelicula avanza uno se va sintiendo identificado con la camiseta sudafricana, lamentablemente la apuesta de Clint por colocar como protagonico a un siempre flojo y despojado de talento Matt Damon despedaza los momentos cuando se necesita de la voz de un lider y los convierte en otra mas de las peliculas que Damon esta acostumbrado a realizar. El negocio funciona asi. Se necesita de un "iman" cinematografico para que la pelicula llegue a donde esta colocada ahora.
Por otro lado como siempre impecable en su trabajo Morgan Freeman capta la simpatia, los gestos y el tambaleo al caminar de Nelson Mandela. Podemos haber visto a Freeman en quinientas peliculas y podemos decir sin equivocarnos que vimos quinientos personajes distintos.
Clint Eastwood no falla como director la pelicula esta hecha como solo el puede adaptar al cine un libro. Tiene ese ritmo que recuerda a " Lettera from Iwo Jima". Expone aquellos pasajes historicos desconocidos de sus personajes, en este caso la relacion de familia del premio Nobel.
Trata tambien con mucho cuidado los personajes secundarios y la estructura del medio.
Aun no veo Avatar, desgraciadamente es posible que se declare como ganadora.
Esta vez Clint lo volvio a hacer muy bien, pero no lo suficiente como para la academia.